no hay obra, hay taller
Varios autores
Año de publicación: 2010
Número de páginas: 101
Varios autores
Año de publicación: 2010
Número de páginas: 101
“Uno de los pocos libros literarios de autoría colectiva,
fuera de las antologías, de la tradición literaria en México”
—Roberto Cruz Arzabal
fuera de las antologías, de la tradición literaria en México”
—Roberto Cruz Arzabal
No hay obra, hay taller es un ensamble de textos e imágenes de Yara Almoina, Horacio Berra, Nicolás Cabral, Gianni Capitani, Marcelo Gauchat, Alejandro Hernández Gálvez, Juan Antonio Montiel y Gabriel Wolfson que abordan, sesgada, oblicuamente y desde distintas miradas, los lugares de trabajo de artistas y de varios tipos más de hacedores, como quería Borges: los rituales, los espacios, las trampas, las dimensiones y los ritmos del taller.
De pronto, entre estas hojas, entre estas libretas y estos apuntes, aparece la idea de que no se puede hablar sobre el taller. Se puede trabajar sobre el taller, se puede hacer un libro o montar una exposición sobre el taller pero no se puede hablar del taller. Parece que sólo se puede glosar: glosar testimonios. Testimoniar es la otra cosa que se puede hacer cuando se habla de talleres: dejar constancia del propio, de alguno. Es como la mesa de trabajo de quien hace mesas de trabajo: de alguna manera, esa mesa no existe. Pareciera, si no sonara tan ostentoso, que el taller es un límite del discurso. En El artesano, de Richard Sennett, hay un capítulo sobre el taller: se habla de gremios, artesanos, la paternidad vicaria, la transmisión, la habilidad, pero no del taller: este puede, en parte, inferirse de todo lo demás. ¿Se puede hacer al revés, hablar del taller y que de ahí se infiera el resto? Se puede, siempre y cuando se pueda hablar del taller.