$250
ratas, líquenes, insectos, polímeros, espiroquetas: grupo Diáspora(s).
antología (1993-2013)
Jorge Cabezas Miranda (editor)
Año de publicación: 2014
Número de páginas: 395
antología (1993-2013)
Jorge Cabezas Miranda (editor)
Año de publicación: 2014
Número de páginas: 395
“en sus casi cuatrocientas páginas,
el libro concentra una de las apuestas más radicales
de la literatura latinoamericana reciente”
—Guillermo Espinosa Estrada
el libro concentra una de las apuestas más radicales
de la literatura latinoamericana reciente”
—Guillermo Espinosa Estrada
A partir de los pasados años ochenta han aparecido grupos que, después de su golpe de efecto inaugural, no han tenido mucho que decir: se crea un grupo para contar con un grupo, para arroparse en la dura disputa simbólico-editorial, para coserse un escudo en el suéter, para dotarse de movilidad mercantil. ¿Será por eso que el grupo cubano Diáspora(s), quizá el último grupo de vanguardia en Latinoamérica, en México ha pasado casi desapercibido: porque cuesta trabajo pensar en un grupo que vaya más allá de los manifiestos incumplidos o de las etiquetas para mejor acomodarse en los anaqueles de novedades?
[La guillotina es un instrumento producido por la lucidez occidental.
Su corte indoloro y perfecto, la luz emotiva y a la vez fría que destella una milésima de segundo, la insinuación de vacío perfecto que logra el deslizamiento de la hoja: son razones más que suficientes para comprobar la aseveración inicial.
Los chinos no suelen emplear la guillotina.
La decapitación de un chino, por ejemplo, no podría ser contada con la simplicidad narrativa de un acta judicial, ni siquiera con la silogística compleja de un aforismo kafkiano. Un desajuste de la retórica produciría un desajuste en la conciencia de la nación.
El emblema tajo, digamos, es postergado ad infinitum por la paciente acumulación de ornamentos, eufemismos e hipérboles.
Sólo en épocas de especial turbulencia, edictos que se multiplican como rayos en la vastedad china, decretan la abolición de dicha retórica ritual.
Entonces los signos cobran una agilidad simétrica frente a la realidad que designan: las decapitaciones, los destazamientos, los-golpes-sordos-en-el-cráneo y otras muertes, alcanzan un ethos economicus que escribas de generaciones posteriores se encargan de conjurar.]
Su corte indoloro y perfecto, la luz emotiva y a la vez fría que destella una milésima de segundo, la insinuación de vacío perfecto que logra el deslizamiento de la hoja: son razones más que suficientes para comprobar la aseveración inicial.
Los chinos no suelen emplear la guillotina.
La decapitación de un chino, por ejemplo, no podría ser contada con la simplicidad narrativa de un acta judicial, ni siquiera con la silogística compleja de un aforismo kafkiano. Un desajuste de la retórica produciría un desajuste en la conciencia de la nación.
El emblema tajo, digamos, es postergado ad infinitum por la paciente acumulación de ornamentos, eufemismos e hipérboles.
Sólo en épocas de especial turbulencia, edictos que se multiplican como rayos en la vastedad china, decretan la abolición de dicha retórica ritual.
Entonces los signos cobran una agilidad simétrica frente a la realidad que designan: las decapitaciones, los destazamientos, los-golpes-sordos-en-el-cráneo y otras muertes, alcanzan un ethos economicus que escribas de generaciones posteriores se encargan de conjurar.]